El Síndrome o deformidad de Haglund (también llamado Espolón
calcaneo superior) es una Exostosis (ósea un crecimiento de hueso nuevo en la
superficie del hueso) que se localiza en la parte superior-lateral del calcáneo
exactamente en la parte lateral y posterior de la inserción del tendón de
Aquiles en ese hueso. Externamente suele presentarse como un bulto en el hueso
acompañado de una callosidad “enrojecida” de la piel que coincide
frecuentemente con la zona de apoyo del calzado.
Muy similar a esta patología es la Exostosis retrocalcánea
en la que la formación de hueso nuevo ocurre en la misma inserción del Aquiles
o justo debajo de ella.
Aunque ambas patologías se producen por causas similares,
presentan síntomas parecidos y tratamientos
equiparables realmente cada una ocasiona problemas en diferentes
localizaciones, el Haglund afecta más la bursa
retrocalcánea que protege el Aquiles y la Exostosis retrocalcánea
provoca una tendinosis localizada en el cuerpo del tendón, pero esto son
apreciaciones que a la hora de tratar el problema no varía mucho el enfoque.
El diagnóstico se lleva a cabo generalmente con una simple
radiografía aunque esta a veces nos puede dar información incompleta ya que en
ocasiones la parte final de crecimiento de la exostosis puede ser de naturaleza cartilaginosa, así
que una exhaustiva palpación nos ayudará a precisar el alcance de la misma.
El tratamiento busca aliviar la inflamación que ese
crecimiento óseo provoca, bien de la bursitis o de la tendinitis aquilea,
mediante el uso de todo el arsenal terapéutico conocido: hielo, antinflamatorios,
electroterapia (ultrasonidos, láser,...),... Las infiltraciones de corticoide
que podrían reducir la fase aguda están contraindicadas debido al posible debilitamiento del tendón
de Aquiles y el aumento de posibilidades de rotura del mismo.
Utilizar calzado que no irrite la zona, corregir el apoyo
plantar (mediante ortesis o plantillas) y reducir la tensión del Aquiles también
aportan mejorías notables.
Los estiramientos de musculatura y fascias posibilitan que se reduzca el dolor y que se
mejore el apoyo y la marcha .Una programa metódico de estiramiento parece ser
una posibilidad terapéutica a tener en cuenta.
El problema principal es que tenemos una formación ósea que
asociada a nuestra actividad deportiva volverá a irritar tendones y bursas en
cuanto apretemos un poco; si realmente no hemos conseguido reducir de una forma
duradera la tensión de los tejidos blandos el problema reaparecerá.
El tratamiento mediante Ondas de Choque puede ayudar a
reducir la exostosis y mitigar la inflamación de tejidos blandos.
Como última opción queda la quirúrgica que va a buscar
rebajar ese exceso de hueso mediante un “limado” del mismo. Sólo como última
opción.
He dejado para el final las causas para remarcar la
importancia del tratamiento preventivo, no hay nada mejor que evitar los
factores que provocan o parecen provocar
esta patología.
Obviando las causas congénitas que parecen estar
relacionadas con un porcentaje de los espolones el resto de las causas son
evitables.
Directamente relacionado con el Haglund está el uso de
zapatos de tacón de forma habitual o el uso de otros calzados inadecuados
(talla pequeña, excesiva rigidez en parte posterior). También alteraciones de
la pisada no corregidas como pies cavos o supinadores.
Las excesivas
tracciones, sobrecargas y demandas sobre inserciones tendinosas pueden provocar
estas calcificaciones, por ejemplo: entrenamientos intensos, sobrepeso, acortamientos musculares o tendinosos.
Correr en cuestas y en superficies duras también han sido
relacionadas con esta
patología........eso no lo podemos evitar fácilmente si practicamos la carrera
por montaña, por eso sólo nos resta descargar al músculo de la carga aplicada y
la mejor manera es estirar después de la actividad.
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