¿Qué es una lesión
del cartílago articular?
El cartílago articular es la cubierta que desarrolla el
hueso en la zona vecina a otro, y sirve de protección para evitar que ambos
huesos se rocen al moverse entre sí. Esta cubierta puede alterarse por causas
mecánicas, es decir, por golpes, giros bruscos o sobrecargas continuas en casos
de deportistas.
El cartílago entonces sufre diversos tipos de lesiones: se
puede reblandecer o se puede romper formando desflecamientos, grietas y hasta
úlceras, que pueden afectar al hueso que se halla por debajo; o bien liberar
fragmentos de cartílago al espacio articular (cuerpos libres).
Estas lesiones son típicas de la vida de deportistas y
trabajadores que usan la fuerza física. El reblandecimiento suele ser más frecuente
en mujeres que en varones.
Cuanto más profunda y extensa sea la lesión, existe más
riesgo de evolucionar a una artrosis y también con más rapidez. La artrosis es
el desgaste que sufre el cartílago por envejecimiento y básicamente tiene dos
causas:
La alteración en la composición del cartílago: por edad
avanzada del paciente o por otros fenómenos poco conocidos.
La alteración en la forma del cartílago: cuando su
superficie en vez de lisa se hace irregular (fisuras, cráteres) aumenta el
desgaste por rozamiento al utilizar esa articulación.
¿Qué síntomas
aparecen en una lesión traumática del cartílago?
Habitualmente produce
dolor en la zona dañada al mover la rodilla.
Es muy frecuente
notar crujidos al mover la rodilla.
Es frecuente un
derrame: más líquido articular de lo normal. Esto supone una defensa de la
rodilla ante la lesión: desarrolla un "airbag".
Cuando hay cuerpos
libres flotando en la rodilla, el paciente suele notar que algo se le mueve
dentro, lo cual le provoca dolor, chasquidos y a veces bloqueos: la rodilla no
se puede estirar.
En algunos casos se
puede notar la sensación de aflojamiento y de pérdida de fuerza en la rodilla.
Se debe a un reflejo de protección, que relaja los músculos del muslo.
¿Qué hace el médico
ante la sospecha de esta lesión?
Debe realizar un
examen completo de ambas rodillas, para comparar los hallazgos de la sana con
la enferma y para detectar o descartar otras lesiones asociadas.
Mediante tests
específicos comprobará que la zona de cartílago está afectada: presionará con
los dedos determinados puntos, que provocarán dolor; apretará y moverá el hueso
de la rótula para comprobar si se producen crujidos; realizará movimientos
forzados a la rodilla para intentar pinzar la región dañada, lo cual también
provocará dolor.
Si el derrame es
importante el médico lo extraerá efectuando una punción en la articulación con
una aguja hipodérmica y succionando el líquido con una jeringa. Habitualmente
extraer el líquido articular no duele.
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