A pesar de su nombre, el codo de tenista no sólo afecta a
los deportistas de raqueta, sino también a aquellos que fuerzan el antebrazo o
la muñeca.
Lo que coloquialmente se conoce como codo de tenista, es en
realidad una epicondilitis. Como todas las itis, se trata de una inflamación,
en este caso del epicóndilo (relieve en la parte externa del codo).
A pesar de su nombre técnico, no existe inflamación de la
zona ósea como tal, sino de las secciones tendinosas que en esta región se
insertan.
A este respecto se debe puntualizar que son los músculos del
antebrazo los provocadores de la lesión. De estos músculos podemos destacar,
por su nivel de implicación: el supinador, el extensor común de los dedos, el
cubital posterior, y el primer y segundo radial externo.
La lesión de codo de tenista aparece por un uso reiterado de
esta musculatura, por norma general, por un mal uso de esta musculatura. Debido
a este sobreesfuerzo, el tejido conectivo sufre daños y micro roturas, con la
consecuente inflamación.
Comúnmente se le ha llamado codo de tenista debido a que
estos deportistas son los máximos exponentes de la epicondilitis (en el
movimiento del revés o del saque se realiza una flexo extensión obligada de la
muñeca que puede acabar provocando esta lesión).
Causas que provocan epicondilitis
El mecanismo lesional de un codo de tenista puede ser
enfocado desde dos puntos de vista diferenciados pero convergentes, es decir,
que la comunión de los dos aspectos desemboca en la lesión propiamente dicha.
Por un lado se encuentra el sobre uso, ya que la
solicitación repetitiva y persistente de la musculatura del antebrazo, como de
cualquier otra, produce una inflamación en las fibras tendinosas de estas
estructuras.
Por otro lado, se halla el mal uso de esta musculatura. La
mayoría de las lesiones de codo de tenista vienen dadas por el trabajo del
antebrazo en posiciones forzadas o comprometidas. Estos segmentos anatómicos
están diseñados para funcionar en rangos de movimientos concretos, fuera de
estos gestos, el tejido blando encuentra problemas funcionales, con las
consecuentes micro roturas, pequeños desgarros o degeneraciones en las fibras
tendinosas.
A pesar de llamarse “codo de tenista”, no es sólo en la
realización de este deporte donde se produce la lesión. Cualquier movimiento en
el que la muñeca adopte una postura forzada puede derivar una epicondilitis.
Actos tan comunes como desatornillar algo, escurrir la fregona o el gesto al
usar un martillo son acciones propensas de provocar un codo de tenista.
Síntomas del codo de tenista
La evidencia más usual de epicondilitis (codo de tenista) es
el dolor en la cara externa del codo. Esta dolencia suele venir acompañada de
impotencia funcional en movimientos como hacer presa o agarre con la mano. En
ocasiones, el dolor aparece en movimientos como elevar un objeto o provocar una
rotación, como por ejemplo, el gesto de llenar un vaso sujetando una jarra.
Otro de los síntomas de la epicondilitis es que también a la
palpación se aprecia dolor punzante en la parte lateral externa del codo, en la
zona blanda que bordea la prominencia ósea.
El dolor en el codo de tenista suele ser de tipo constante y
sordo y, aunque no reviste gravedad a nivel neurológico, se manifiesta de forma
irradiada hacia la muñeca y el antebrazo por el discurrir de los nervios de
estas musculaturas.
Al tratarse de una tendinitis, el dolor aumenta contra
resistencia, es decir, al efectuar una flexión o extensión contra una fuerza
contraria.
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