miércoles, 6 de agosto de 2014

¿Qué es una tendinitis de Aquiles y quién la desarrolla?


El tendón de Aquiles se encuentra en la parte posterior del pie, justo encima del talón. Conecta el talón con los dos músculos de la pantorrilla y ayuda a nuestros pies a avanzar hacia delante cada vez que damos un paso.

Si el tendón se hincha o se irrita debido a su uso excesivo, se puede desarrollar una afección dolorosa denominada tendinitis de Aquiles. Si se deja sin tratar, puede convertirse en una afección crónica que acaba imposibilitando la marcha.

La tendinitis de Aquiles es una lesión muy frecuente entre los corredores. Pero también puede darse en jugadores de baloncesto, bailarines y personas que someten a sus pies a tensiones fuertes y repetidas. Puede ser muy dolorosa.
¿Cuáles son los síntomas de una tendinitis de Aquiles?
La mayoría de los casos de tendinitis de Aquiles empiezan lentamente, con muy poco dolor, y luego van empeorando con el paso del tiempo. Entre los síntomas más frecuentes, se incluyen los siguientes:
a.      Molestia o dolor leve por encima del talón y la parte inferior de la pierna, sobre todo después de correr o de hacer otro tipo de actividad física
b.      El dolor empeora al ir cuesta arriba, subir escaleras o participar en ejercicios intensos o prolongados
c.       Rigidez y sensibilidad inusual al tacto o presión, sobre todo por la mañana, que van despareciendo a lo largo del día de forma gradual
d.      Hinchazón o nódulos duros de tejido en el tendón de Aquiles
e.       Sonido similar al crujido o chasquido al mover el tobillo o al apretar el tendón de Aquiles
f.       Debilidad en la pierna afectada
¿Cómo se diagnostica una tendinitis de Aquiles?
Si sospechas que podrías tener una tendinitis de Aquiles, ve al médico para que no empeore. El médico te formulará preguntas sobre las actividades que has estado practicando y te explorará la pierna, el pie y el tobillo, así como sus rangos de movimientos.
Si el dolor es muy intenso, el médico te explorará detenidamente para asegurarse de que no te hayas roto el tendón de Aquiles. Para comprobarlo, te pedirá que te acuestes boca abajo y dobles la rodilla mientras te presiona los músculos de la pantorrilla para ver si se flexiona el pie. La más ligera flexión del pie indica que el tendón no está completamente roto.
El médico también te podría solicitar radiografías o resonancias magnéticas (RM) del pie y la pierna para comprobar posibles fracturas, desgarros parciales del tendón o signos de afecciones que podrían empeorar con el tiempo.
Qué puede ocasionar una tendinitis de Aquiles?
La tendinitis de Aquiles es una lesión deportiva bastante frecuente provocada por la sobrecarga repetida o intensa de ese tendón. Pero las personas que no practican deporte también la pueden desarrollar si someten a sus pies a tensiones excesivas.
Entre los factores que contribuyen a la tendinitis de Aquiles, se incluyen los siguientes:
Incremento del nivel de actividad: El hecho de iniciar un programa de entrenamiento tras un período de inactividad o de añadir kilómetros (millas) o bien colinas al circuito que se recorre son dos ejemplos de actividades que aumentan el riesgo de desarrollar tendinitis de Aquiles.
Deportes que requieren movimientos bruscos y frenazos súbitos; como el tenis y el baloncesto.
Cambio de calzado o el hecho de llevar calzado deportivo viejo o que no sea de la talla adecuada: Un calzado recién estrenado, desgastado por el uso o de una talla incorrecta puede hacer que los pies de la persona intenten compensar los problemas asociados y sometan al tendón de Aquiles a tensiones excesivas. Asimismo, el hecho de llevar zapatos de tacón alto constantemente puede hacer que el tendón y los músculos de la pantorrilla se acorten, y el cambio subsiguiente a zapatos planos y ejercicio puede someter al talón a tensiones excesivas.
Correr montañas cuesta arriba: El hecho de correr cuesta arriba obliga al tendón de Aquiles a estirarse más de lo normal.
Debilidad en los músculos de la pantorrilla o pronación excesiva (los pies giran hacia el interior al correr): La pronación excesiva hace que la parte inferior de la pierna rote hacia el interior y ejerza una tensión rotatoria sobre el tendón.
Hacer ejercicio sin sesiones de precalentamiento previas: Unos músculos de las pantorrillas agarrotados o que carecen de la flexibilidad necesaria reducen la movilidad del atleta, lo que ejerce una sobrecarga adicional sobre el tendón.
Correr o hacer ejercicio sobre una superficie dura o irregular.
Una lesión traumática en el tendón de Aquiles.
¿Cómo puedes prevenir la tendinitis de Aquiles?
Adopta los siguientes pasos para reducir el riesgo de desarrollar una tendinitis de Aquiles:
Conserva una buena forma física durante todo el año e intenta mantener los músculos lo más fuerte posible: Unos músculos de las piernas fuertes y flexibles rinden más y someten a los tendones a menos tensiones.
Incrementa la intensidad y duración de las sesiones de entrenamiento de forma gradual: Esto es especialmente importante si has estado inactivo durante un tiempo o cuando empiezas a practicar un deporte completamente nuevo.
Haz siempre sesiones de precalentamiento antes de correr, entrenar o practicar deporte: Si tus músculos están tensos o agarrotados, los tendones de Aquiles tendrán que trabajar con mayor intensidad para compensar esa falta de flexibilidad.
Utiliza un calzado que sea de tu talla y que esté diseñado para el deporte que practicas:  Si te gusta correr, dirígete a un establecimiento especializado en este deporte y pide a un profesional con experiencia que te ayude a elegir un calzado adecuado para tu tipo de pie y que te proporciona suficiente apoyo. Cambia de calzado antes de que este esté demasiado gastado por el uso.
Intenta correr sobre superficies blandas, como el pasto, caminos de tierra o pistas de fibra sintética: Las superficies duras, como el cemento o el asfalto, someten a las articulaciones a presiones excesivas. Evita también al máximo correr cuesta arriba o cuesta abajo por colinas o montañas.
Modifica la rutina de ejercicios: Trabaja distintos grupos musculares para mantenerte en una buena forma física general y evita sobrecargar por uso excesivo determinados músculos en concreto.
Si percibes algún síntoma de tendinitis de Aquiles, deja de correr o de hacer actividades físicas que someten a tus pies a tensiones excesivas: Espera a que se te vaya el dolor o a que el médico te dé el visto bueno para volver a hacer deporte.
¿Cómo se debe tratar una tendinitis de Aquiles?
La mayoría de los casos de tendinitis de Aquiles pueden tratarse en casa. He aquí lo que debes hacer:
Deja de practicar la actividad que te ha provocado la lesión: Evita someter a tensiones excesivas a tus piernas y pies, y dale tiempo a tu tendón de Aquiles para que se recupere completamente.
Utiliza la siguiente fórmula en cuatro pasos: Descanso, hielo, Compresión y Elevación. Para recordarla, ayuda utilizar la regla mnemotécnica de las iniciales: "lo que DICE el sentido común":
Descanso: deja de hacer ejercicio durante varios días o prueba una actividad que no someta los pies a tensiones, como la natación. Si es necesario, el médico te recomendará utilizar muletas o una bota ortopédica a fin de descargar el peso del pie afectado.
Hielo: aplica cubitos de hielo envueltos en un paño o una compresa fría sobre el tendón durante 15 minutos seguidos o más después de hacer ejercicio o si te duele el tendón.
Compresión: utiliza una cinta o vendaje elástico para aliviar la hinchazón y proporcionar sostén e inmovilizar el tendón.
Elevación: acuéstate y eleva el pie, colocándolo sobre almohadones, hasta que esté por encima del nivel del corazón y, si es posible, intenta dormir manteniendo el pie en alto. Esto contribuirá a reducir al máximo la hinchazón.
Toma medicamentos antiinflamatorios. Los analgésicos, como el ibuprofeno, pueden ayudar a aliviar el dolor y a reducir la hinchazón del área afectada.
Estira y ejercita los músculos de tobillos y pantorrillas mientras te recuperas: El hecho de mantener los músculos, tendones y ligamentos de piernas y pies fuertes y flexibles te ayudará en el proceso de recuperación y contribuirá a impedir futuras lesiones del tendón de Aquiles. Un médico o fisioterapeuta puede ayudarte a diseñar un buen programa de ejercicios.
Prueba de ponerte un par de plantillas ortopédicas (de venta con receta médica) en el calzado si tu médico lo considera conveniente. A veces las plantillas ortopédicas ayudan mucho. Habla con tu médico o alguien que tenga experiencia en ortopedia para saber si podrían irte bien a ti.
Las operaciones del tendón de Aquiles son muy poco frecuentes. Por lo general, solo son necesarias cuando el tendón se rompe completamente y cómo último recurso, cuando han fallado otros métodos de tratamiento. La mayoría de casos de tendinitis de Aquiles mejoran por si solos con reposo y tratamientos sencillos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario